martes, 18 de noviembre de 2014

Karen Salazar. Del Xantolo como frontera sincrética de dos semiósferas

Del Xantolo como frontera sincrética de dos semiósferas
Karen Salazar
“No existe la razón única de todos los hombres, sino que cada mundo histórico tiene su razón, es decir, su interpretación de la luz pura en las evidencias y los principios supremos, a partir de los cuales cae una luz concreta y comprensible sobre las cosas y los hombres del mundo correspondiente.”
<<Heinrich Rombach en El hombre humanizado. Antropología estructural>>



a)      Frontera: cruce de dos semiósferas. Carácter delimitado
Una semiosfera posee ciertas características que la vuelven hermética en sí misma lo que, en teoría, debe imposibilitar la contaminación con la influencia de otras y en la que es posible la construcción de un lenguaje propio que comunica e informa a través de los componentes simbólicos que pierden su significado una vez que ha sido extraído de su esfera.
La frontera, que se desenvuelve en la periferia, se encuentra en un principio poco inmiscuido con el núcleo de la semiósfera; pero, una vez que se va imbuyendo, adquiere mayor importancia y reemplaza el centro. En la conquista espiritual de la Nueva España fue distinto, el desplazo de una religión por otra no fue natural; sino que, por el contrario, el choque de esferas fue imprescindible y por esta razón no pudo remover una religión por otra, sino que se entrecruzaron los núcleos y lo que eran frontera de ambas semiósferas se entremezclaron de la misma manera, implantando una masa homogénea con dos raíces distintas. “Ya no hay una separación de lo propio respecto a lo ajeno, el filtrado de los mensajes externos y la traducción de éstos al lenguaje propio, así como la conversación de los no-mensajes, es decir, la semiotización de lo que entra de afuera y su conversión en información.”[1]
Las fronteras de ambas semiósferas, el carnaval en una y las acciones que emergen alrededor de los ritos sacrificiales en la otra, se unen para dar pauta a lo que conocemos actualmente: una cultura bilingüe que comparte los rasgos semióticos para regenerar una semiósfera a partir de entrambas.
“Tomar conciencia de sí mismo en el sentido semiótico-cultural, significa tomar conciencia de la propia especificidad, de la propia contraposición a otras esferas. Esto hace acentuar el carácter absoluto de la línea con que la esfera dada está contorneada.”[2] Sin embargo, en esta ocasión se toma como un proceso único que rige la existencia de las personas inmersas en esta tradición. Efectivamente se toma conciencia de sí mismo, pero desde las dos fronteras como un núcleo sólido y homogéneo: el carácter propio y delimitado.

b)      Sincretismo cultural. Irregularidad semiótica
Debido al movimiento y mutabilidad  de periferia a centro en distintas velocidades, realmente podríamos hablar de cuatro componentes: los dos centros y las dos periferias; mas, en realidad sólo nos encontramos en la alineación de un proceso único de afianzamiento y apropiación cultural que originan en  tradiciones que se arraigan en los lugares proscritos de la periferia, tomando atribuciones distintas que se pronto se institucionalizan.
“Los sectores que no han sido objeto de una descripción o que han sido descritos en categorías de una gramática “ajena” obviamente inadecuada a ellos, se desarrollan con más rapidez. Eso prepara en el futuro el traslado de la función de núcleo estructural a la periferia de la etapa precedente y la conversión del antiguo centro en periferia.”[3]
            En el Xantolo el lenguaje inmerso en la tradición se desenvuelve en una irregularidad semiótica, ya que al divergir en lengua los protagonistas de la tradición conviven en tiempo y espacio a partir de una realidad significativa del movimiento y de la pauta regular de la organización institucionalizada, a partir de lo no-verbal: siendo heterogénea se deslinda del origen primitivo para dar uno nuevo: el de la vida colectiva y la idiosincrasia de un pueblo.
            Las partes entran en contacto con un todo mediante el mecanismo del isomorfismo, es decir, del paralelismo que crece de la ideología individual y la conciencia colectiva: la sociedad crece en base a lo que se vive con él día a día y la miscelánea de periferia-centro. El isomorfismo también permite el intercambio de costumbres de una sabiduría a otra; así, mientras el Xantolo es una mezcla del Sanctorum de los frailes y la bienvenita de los tonales que traspasan el arco para estar con los vivos de los nahuas, se crea una  apropiación y un intercambio lingüístico y cultural. “El sincretismo alude a fusiones conceptuales aparentes, es decir, oposiciones no conciliadas, pero que son experimentadas como una totalidad simbólica por sus protagonistas.”[4]
            El sincretismo que se formó en la Nueva España creó ciertas cuestiones en la ideología de los pueblos indígenas que, alejados de sus creencias y limitados en la de los criollos-españoles, tuvieron que construir una intermedia donde fuera aceptado en gran medida las sabidurías de los huehues y las creencias del sacrificio sagrado-profano de los cristianos. Además de la alteración en la  organización que fue removida tras las concepciones cósmicas que dieron una nueva naturaleza a la sociedad.
“Las concepciones cósmicas de una sociedad se vinculan íntimamente con sus principios asociativos y organizativos (Mauss, 1902). Se contruye de esta manera una estrecha relación entre lo sagrado y lo social, en la medida en que ambos son percibidos como partes de un orden que los incluye y del cual forman parte tanto la naturaleza como la sociedad.”[5]
El sincretismo religioso, por lo tanto, dio resultado a uno social, los códigos colectivos preexistentes fueron mutando a otros compatibles con ambos mundos. Tonantzin, por ejemplo, que en lengua náhuatl significa nuestra madre y que, por ende, se observó compatible con la analogía de la “Madre” cristiana.
           
c)      Xantolo
Dentro de las múltiples costumbres que perviven en el país, el Xantolo es una muestra del sincretismo que persiste en las comunidades, donde ciertas tradiciones siguen arraigadas y donde a su vez comienza la apropiación generacional de las fiestas. Debido a esto podemos encontrar en la fiesta del Xantolo el altar que contiene las cosas que queremos compartir con los que ya no están, así como el arco que significa el portal para las almas, los collares de flores, las flores de palma y el copal que es utilizado para volver sagrado lo ordinario; sin embargo, también podemos encontrar actualmente los santos católicos, los rosarios e, incluso, agua bendita que refleja la influencia del mundo criastiano.
            En cuanto al carnaval y las acciones que emergen alrededor de los ritos sacrificiales encontramos la danza de los coles y los huehues que utilizan máscaras y danzan durante todo el día frente a los ancianos sabios de las comunidades. Conocemos que el aspecto carnavalesco nos presente un mundo posible como punto de fuga para la contención posterior: los varones se visten con ropajes femeninos, hacen ruidos que aparentan la burla y satirizan la vida cotidiana: tal es el caso de la vida familiar, los roles sociales y la desvalorización de lo oficial. El Xantolo es una reminiscencia de lo que fue la semiósfera nahua precolombina y en la que el sacrificio queda en la entrega del cuerpo a través de la danza, ya que, al no disponer del permiso oficial del sacrificio corporal real, se entrega lo más cercano, también así las “reliquias” como ofrenda de alimentos y el éxtasis religioso mediante el cansancio físico.
            Desgraciadamente nos encontramos ante el fenómeno de la evolución y, para no perder las tradiciones, las costumbres comienzan a mutar. Ahora, por ejemplo, los Coles ya no visten con la indumentaria típica femenina de la región, sino que se imponen las modas globalizadas; de la misma manera, lo que era una entrega religiosa comienza a ser una fiesta alcoholizada para las nuevas generaciones. Vivimos algo inevitable, es la frontera que se convierte en núcleo.

Bibliografía
 BARTOLOMÉ, Miguel Alberto, Gente de Costumbre y Gente de Razón. Las identidades étnicas en México. Ed. Siglo XXI, México, 1997.

LOTMAN. Iuri. M., La semiósfera I. Semiótica de la cultura y el texto.

ROMBACH, Heinrich, El hombre humanizado. Antropología estructural, Ed. Herder, España 2004.




[1]  LOTMAN. Iuri. M., La semiósfera I. Semiótica de la cultura y el texto, p.26.
[2] Ibidem, p. 28.
[3] Ibidem. P. 30.
[4] Ibidem. P.101.
[5]  BARTOLOMÉ, Miguel Alberto, Gente de Costumbre y Gente de Razón. Las identidades étnicas en México. Ed. Siglo XXI, México, 1997, p. 100

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