Estas cosas de la
instantaneidad me están matando: comunicación online y repercusiones en la
cultura milenaria
Melissa Cerrillo
crearé
una nueva categoría
en
mi lista de amigos de messenger
la
llamaré “gente que me gusta pero yo no les gusto”
y
moveré tu nombre a ese grupo
y
te invitaré a mi casa
y tú dirás “si no me gustas ¿por qué iría a tu
casa?”
y
me mirarás a la cara
y yo tendré una respuesta sincera a tu
pregunta
y
te diré que vendrás para ser amable
Tao
Lin, algunos de los momentos más felices
de mi vida ocurrieron en el Messenger de AOL
Introducción a los
habitantes del instante
En uno de tantos comentarios de internet, leí uno en
el que se pedía, de la forma más atenta, que no llamaran a nosotros, los
milenarios, “generación selfie” sino “generación
meme”. Ambos, la selfie y el meme
funcionan como medios de la cultura de los milenarios, ambos son fenómenos
atribuidos a todos aquellos que nacieron entre las décadas del
ochenta y noventa y que ahora están entrando a la adolescencia, viviéndola o
saliendo de ésta (los veintitantos). Curiosamente, aunque estos fenómenos se
atribuyen más a la cultura estadounidense, ni ellos ni nosotros estamos exentos
de la globalización y ahora es cada vez más común ver que instituciones, como la
RAE, reconocen palabras derivadas de Twitter, tales como “tuitear”, “tuit”, y “tuitero”.
A
diferencia de otras generaciones anteriores, las formas de interacción social
de los milenarios están basadas en la información instantánea. El amor ya no es
como en las películas de Buster Keaton: "Te miro, me gustas, nos casamos"[1] y
ni siquiera se llega a asemejar al “romance
futurista” entre Tom Hanks y Meg Ryan en You've Got Mail. Desde los últimos años, las relaciones sociales
en internet se han estado rigiendo a través de la instantaneidad, la cual
termina repercutiendo en la vida real. De esta forma, los nombres de las
personas se convierten en links que llevan a páginas con todo su historial: desde
que creó su primera cuenta de Hotmail hasta su última actualización de estado. Ahora
se trata del amor como en los tiempos de Facebook, Twitter, Instagram: Te miro,
me gustas, “stalkeo”[2]
tu actividad en internet, analizo nuestra compatibilidad antes de siquiera
hablarte y, dependiendo de lo anterior, nos casamos o no.
Mi versión
adolescente del 2006 te ha enviado un zumbido
“Messenger
dejó de estar disponible en abril de 2013 y ya no se puede utilizar o no se
admite en la mayoría de los sistemas operativos Mac y Windows.”[3] Se anuncia en la página oficial
de Windows Microsoft, sin embargo, antes de ser reemplazado por Skype, “el
Messenger” era el medio predilecto de mensajería instantánea para las personas
(la mayoría adolescentes) que interactuaban de manera social en internet entre 1999
y 2013, es decir, en los milenarios.
Mi
versión adolescente de trece años (como un usuario común perteneciente a México)
usaba la versión de Messenger difundida en el 2006. A diferencia de Tao Lin, yo
no conocí el servicio de mensajería instantánea de AOL ni las versiones
anteriores de MSN Messenger, sin embargo, el concepto de mensaje de texto
instantáneo no difiere mucho entre éstos. Básicamente la acción de chatear
online implica a dos, o más personas, ubicadas en diferentes lugares, que
tienen acceso a internet desde una computadora para, como lo define de la RAE,
“mantener una conversación mediante chats”. La esencia del chatear es el texto,
pero en Messenger, el texto estaba complementado por otras opciones que se pueden
dividir en tres categorías: “lo que yo comunico”, “los valores opcionales
preestablecidos que Messenger ofrece para comunicar”, y “lo que Messenger
comunica”.
A
partir de la división anterior, se puede diferenciar los componentes de cada
una entre las definiciones de signos de Thomas A. Sebeok, de esta forma se ven
las diferencias entre los signos que se usaban como rasgos de la personalidad y
del comportamiento online:
La señal es
un signo que mecánica o convencionalmente provoca alguna reacción en un
receptor[…]; síntoma es un signo
compulsivo, automático, no arbitrario […]; ícono
es cuando hay una similitud topológica entre un significante y su denotado[…];
índice es cuando su significante es
contiguo a su significado, o es una muestra de él […]; símbolo es un signo sin semejanza ni contigüidad, sino solamente
con un vínculo convencional entre su significante y su denotado, además de con
una clase intencional para su designado[…]; nombre
es un signo que tiene una clase extensional para su designado.
Así,
“lo que yo comunico” se componía del nombre y foto del usuario, un mensaje
personal o sustituirlo por “lo que estás escuchando” (una sincronización con la
música del reproductor Windows), estado (disponible, ocupado, ausente
desconectado), opciones de “temas” para la ventana de chat y estilos de fuente
(tipografía y color). Todo es comunicación, ya que el hecho de escoger una
imagen (índice o símbolo) en vez de una foto propia (ícono) podía ser indicador
de que sentir vergüenza por la imagen propia, estar muy interesado en el tópico
de dicha imagen, o no tener creatividad y ser el tipo de persona que se
conforma con las imágenes que el programa ofrecía; los estados de “disponible”,
“ocupado”, “ausente” y “desconectado” cada uno con un respectivo y simbólico color
(verde, rojo anaranjado, gris), enmarcaban el cuadro de la foto y mostraban la
información acerca de cuál era la situación actual del usuario: disponible (o
no) para contestar; el mensaje personal (señal) era un pequeño texto que
indicaba otro tipo de situación actual, desde “estoy triste” hasta “estoy
escuchando toda la discografía de…” si se sincronizaba con el reproductor de
Windows.
“Los
valores opcionales preestablecidos que Messenger ofrece para comunicar” eran
los emoticones (íconos), los “guiños” (señales) y los “zumbidos” (señales). Los
primeros, casi como interjecciones, son dibujos de expresiones faciales (en su
mayoría) que representaban sentimientos como alegría, tristeza, enojo, entre
otros; los “guiños” que se enviaban al receptor no tienen una correspondencia
literal con el mensaje, simplemente se podía enviar al receptor un niño
lanzando un globo con agua o un dibujo de una personas haciendo muecas; por
último, los “zumbidos” era una acción que agitaba, literalmente, la ventana de
chat del receptor.
“Lo
que Messenger comunica” eran íconos independientes de la intención del usuario,
tales como el ícono de cámara, y el mensaje textual de “está escribiendo”, en
el caso del primero, éste dependía de si la computadora contaba con una cámara,
en el caso de tenerla, aparecía un ícono de cámara al lado de la foto del
usuario y significaba que se podía transmitir vídeo en tiempo real; el segundo
era un mensaje textual que aparecía cuando el emisor estaba en proceso de
enviar un mensaje, es decir, Messenger detectaba cuando alguien comenzaba a
teclear; por otro lado, este mensaje automático también servía como función
fática, una forma de asegurar al transmisor de que el receptor, pese a leer el
mensaje, había decido responder. Por lo tanto, si un usuario quería abstenerse
del uso de la cámara debía comunicar directamente a su receptor que se negaba a
establecer ese tipo de comunicación y también debía abstenerse de teclear si no
iba a enviar un mensaje.
La
unión de MSN Messenger con Skype (la cual representaría su fin) no afectó
drásticamente la vida del cibernauta promedio. Sin embargo, a partir de valores
ya dados por Messenger para la comunicación online, los siguientes medios de
comunicación instantánea estarían basados en los conceptos de Messenger (AOL,
entre otros) y junto con esto, todo un cambio cultural en cuando a comunicación
de la generación milenaria se refiere.
Hicieron de la puntuación unos
dibujos ¯\_(ツ)_/¯
La popularización de Facebook fue un factor importante
en la desaparición de MSN Messenger que concluyó con su fusión con Skype. El
éxito de Facebook radica en la actividad que tiene el usuario en el instante:
“¿Qué estás pensando?”, “¿Dónde estás?”, “¿Con quién estás?” El muro de
Facebook se maneja como una línea de tiempo que se va construyendo a través de
las actividades en tiempo real. Sin embargo, esta red social tomó de
plataformas como Messenger, algo que ya se venía contagiando a través de las
cartas cadena de los correos electrónicos y los estados de Messenger: el uso de
los signos de puntuación como dibujos.
Los chats son comunicación instantánea,
tan rápida que puede asemejarse a una conversación hablada, sin embargo, su
característica textual hace que se presenten problemas relacionados con el
contexto, tanto para el emisor como para el receptor. “El sólo conocimiento de
las palabras y la gramática de una lengua no garantiza el éxito en la
comunicación.”[4] Por lo tanto, en los
mensajes textuales e instantáneos hacer falta una referencia pragmática a las
intenciones del emisor. Messenger había solucionado, consciente o
inconscientemente, este problema a través del uso de los emoticones y los
guiños. Sin embargo, cuando aparecen otros medios para la comunicación
instantánea (SMS, Facebook, comentarios en blogs) el uso de las “caritas”
(emoticones) se esparce rápidamente.
“Emoticones (una contracción de las
palabras “emotional icons”) son glifos usados en las comunicaciones mediadas
por computadora, con intención de representar expresiones faciales.”[5] El
origen de estas “expresiones faciales” hechas con el teclado, es difícil de
precisar. En el siglo pasado ya había representaciones (dos puntos una línea
curveada) que se usaban como simples dibujos, incluso el “xoxo” (besos y
abrazos) puede ser un precursor de esta forma de comunicar. Si nos queremos
remontar más años atrás, en el siglo XIX, en uno de los discursos de Abraham
Lincon se puede ver un emoticón guiñando el “ojo”[6],
aunque lo más probable es que haya sido un error. Sin embargo, la historia que
podría convertirse en algo oficial es la de Kevin MacKenzie, quien en 1979 “propuso
que si alguien tenía la intención de sarcasmo en un post, usara el símbolo -)
para indicar “lengua en la mejilla.” Es decir, que estaba usando un tono de
broma.
El uso de los emoticones hechos con signos
de puntuación se ha esparcido en los mensajes de texto ya que satisfacen la
necesidad del lenguaje pragmático entre el emisor y el receptor. Un mensaje
como “estaba bromeando” requiere de una contextualización sobre el tono del
emisor, por lo tanto “estaba bromeando :)” da una connotación positiva,
mientras que “estaba bromeando ¬_¬” una negativa. Sólo se tiene éxito en la
comunicación cuando las intenciones del emisor en su mensaje son interpretadas
correctamente por el receptor.
Si los emoticones son algo necesario en la
comunicación instantánea y no se puede prescindir de éstos, entonces, la
cultura se ve modificada, sobretodo en la de aquellos que nacieron después, o
cuya situación económica les permite estar del otro lado de la brecha digital,
en donde está el internet y la comunicación instantánea. Ha sido tan grande la
influencia de los emoticones en nuestra comunicación que incluso algunas
personas los transcriben en su escritura a mano y, tal como se ve en el
subtítulo de este apartado, también se llega a usar en documentos académicos.
Si esta última práctica afecta de forma negativa los textos académicos u
oficiales, es porque el usuario no comprende el límite del uso de los
emoticones. Éstos últimos, son necesarios en la comunicación instantánea porque
el emisor se ve restringido, varias veces, por un número limitado de caracteres
o por la rapidez del chat, por lo tanto, no puede explicar a grandes rasgos sus
intenciones, y por eso usa el recurso de uno o varios emoticones. En cambio, en
un texto académico, el autor de éste debe ser capaz de desarrollar un discurso
entendible para que todas sus ideas sean claras y no representen un problema de
interpretación para el lector modelo.
Si le gustaras no
te dejaría en “visto”
No es de sorprenderse que a principios de noviembre
hayan circulado por varias redes sociales mensajes anunciando el fin del mundo
sólo por el hecho de que, al igual que Facebook, la aplicación de mensajes
instantáneos WhatsApp, la cual ya contaba con un símbolo de mensaje recibido (✔), ha añadido otro símbolo (✔✔) para indicar que el mensaje ha sido recibido y
visto. Entonces ¿Por qué los usuarios definen esta añadidura como “el fin del
mundo”? Con el primer significado no hay problema, el usuario común piensa
“está bien, el mensaje fue recibido, sólo queda esperar” incluso es un alivio
porque significa, como una función fática, que la comunicación será
establecida, está asegurada. El segundo significado es el que representa un
problema para el emisor, quien al ver que el receptor ha recibido el mensaje lo
está ignorando, deja el intercambio de mensajes con el emisor a un lado y en este
momento deja de existir comunicación textual, y el silencio, o la no respuesta
puede suscitar cientos de interpretaciones para el emisor. Bienvenido a la
tierra de la incertidumbre online.
El “visto” de Facebook y el doble (✔✔) de WhatsApp han desarrollado una emoción
idiosincrática en las los usuarios de los mensajes instantáneos: la angustia. Como
emoción, esta angustia generada por la ausencia de respuesta, tiene un carácter
social[7] en
la cultura milenaria. En el siglo pasado, la falta de una respuesta, ya sea de
una carta o una llamada telefónica, podía causar angustia, pero no de la forma
en que ahora se nos presenta; si no se recibía una repuesta se podía
interpretar como un error de las líneas telefónicas o del servicio postal, ya
que no había una forma de asegurar que el mensaje había sido recibido. Ahora,
en estos últimos meses se ha visto que el “visto” genera una angustia cultural,
cambia las relaciones de las personas y éstas lo reflejan en sus comentarios,
publicaciones, memes, en fin, en toda su actividad en internet.
Por otro lado, como un símbolo contrario,
existe en Facebook los tres puntos suspensivos (…) que, como el “está
escribiendo” de Messenger, le indican al usuario que su receptor, va a
transmitir un mensaje, se invertirán los papeles, el emisor se convertirá en
receptor y viceversa. Este símbolo le indica al usuario que recibirá la
respuesta textual que estaba esperando, y no la incertidumbre del silencio. Tanto
el “visto” como los puntos suspensivos, reflejan las intenciones del receptor
sobre si se quiere convertir en emisor o no. Las relaciones sociales se ponen
en encrucijada cuando se trata de ignorar a las personas conscientemente. Estas
nuevas formas de comunicación, en vez de facilitar el intercambio de mensajes,
cambian nuestro comportamiento y, al cambiarnos a nosotros, nuestra cultura
también se ve modificada.
Para cuando leas esto
probablemente ya estará obsoleto
De los jóvenes milenarios se dicen muchas cosas, como
que no tienen inclinación hacia un partido político, o alguna religión o que el
internet nos ha acostumbrado a querer recibir información en el momento en que
se ocupa y, por lo tanto, no tenemos buena memoria y somos mejores
procrastinadores. Somos una generación que vive en un presente que se construye
a partir del instante o en términos de Gastón Bachelard: “el tiempo es una
realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas.”[8]
(el fantasma del pasado y la ilusión del porvenir). Vivimos esperando
actualizaciones y dejamos en el pasado (y en el olvido) lo obsoleto.
En un par de años, cuando hablen de
nuestras formas de comunicar y relacionarnos, dirán “Como en los tiempos de
Facebook, Twitter, Instagram”. La cultura y el lenguaje están en constante
cambio, y en una generación como la nuestra, en la que los cambios son más
acelerados gracias al internet y la maravillosa conexión Wi-Fi que pulula en
cada lugar público, en la escuela y en el hogar, disfrutamos de miles de
millares de memes y los olvidamos al siguiente clic. Esa es nuestra cultura. En
menos de diez años seremos obsoletos.
Como moraleja, quedémonos con el poema de
Ennio Tucci, Asterico dos puntos: “No
te acostumbres a darme besos electrónicos con dos puntos y asterisco. Prefiero
caminar mil kilómetros para estrellarme contra tu nariz y que tu quijada se
raspe con la mía porque este amor tecnológico me está sacando la piedra.”
[1] Dopo Mezzanotte, Davide Ferrario, 2004.
[2] Anglicismo del sustantivo
“stalker” que significa acosador.
[3] Cfr.
http://windows.microsoft.com/es-mx/messenger/messenger-to-skype
[4] VAN DIJK, Teun A. (comp.), El discurso como interacción social, 1ª
ed., Editorial Gedisa, Barcelona, 2008, pag, 67
[5] JONES, Steve, Encyclopedia of
New Media: An Essential Reference to Communication and Technology, [s.e.],
SAGE Publications, 2002. Traducción Melissa Cerrillo. pag. 177
[6] Cfr. LEE,
Jennifer, “Is that an emoticon in 1862?” en http://cityroom.blogs.nytimes.com/2009/01/19/hfo-emoticon/?_r=0
[7] HELLER, Agnes, Teoría de los sentimientos, traducción
de Francisco Cusó, 3ª ed., editorial Fontamara Barcelona, 1993, pag. 119
[8] BACHELARD, Gastón, La intuición del instante, traducción de
Jorge Ferreiro, 2ª ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1999, pp. 11-12
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